06 agosto, 2007

Adiós Oceanía

Después de tres días del más absoluto relax (por culpa del sofacito rojo), nuestra breve visita a Brisbane culminó ayer con una suculenta barbacoa al más híbrido estilo austro-australiano, gracias a Uwe y Monika, que nos recibieron en su casa a cuerpo de rey. Vielen Danke! Qué rico el pescado barramunda, el canguro asado en su punto, el postre de Monika y esos vinitos del país con los que nos agasajasteis, casi tan exquisitos como vuestra compañía.
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Lo único malo de la velada fue volver al hotel a media noche, con el cuerpo cansado y el alma risueña, para enfrentarnos a la misión imposible de hacer que toda nuestra ropa y suvenires vuelvan a caber en las mochilas…



Hay que ver lo rápido que pasa el tiempo. Ya hemos pasado el ecuador de nuestro viaje y estamos cerrando el capítulo de Oceanía. Después de un par de meses a caballo entre Australia y Nueva Zelanda, no sabría decir cuál de estas islas me ha gustado más. Las comparaciones son odiosas pero, en este caso, es muy difícil no hacerlas con dos países que no sólo tienen similares banderas, divisas e historia, sino que además comparten el mismo aislamiento geográfico, el mismo idioma y hasta la misma reina.

En cuanto a ciudades y fauna, para mí, gana la mano Australia. Sin embargo, en la categoría de hostales y paisajes, no logra rivalizar con Nueva Zelanda. En lo demás (simpatía de la gente, calidad de transportes, gastronomía, etc.), yo diría que se marcan un empate. Claro que ésta es una opinión subjetiva y algo infundada, pues no podemos presumir de haber ahondado en todas las facetas de su oferta turística. Por ejemplo, con nuestro presupuesto ratilla, nuestras experiencias gastronómicas han sido más que limitadas y mi evaluación de empate está basada en un estudio comparativo de los restaurantes McDonalds a lo largo y ancho de ambas islas…

Por otro lado, hemos tenido que hacer muchas renuncias por falta de tiempo. No hemos subido a Darwin, ni hemos visto la Gran Barrera de Coral. Y en cuanto a mi respecta, dejando aparte su capital, no he visto nada de la isla norte de Nueva Zelanda. Para otra vez será y es que está claro que hemos de volver, aunque no sea en un futuro muy cercano.

Última consideración de mi pequeño balance final. Algo que realmente he agradecido durante este par de meses ha sido la sensación de normalidad que da el viajar en un país culturalmente occidental, en el que hemos disfrutado de gestos tan familiares y triviales como hacer la compra en un supermercado, preparar la cena y hacer la colada. En cierto modo, ha sido un pequeño paréntesis dentro de nuestra odisea asiática, que nos ha permitido recobrar fuerzas para la segunda mitad del viaje.
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Dentro de unas horas, estaremos de vuelta al calor pegajoso, a las picaduras de mosquito, a las cucarachas como animales de compañía, a los perros como animales de consumo, a los carteles ilegibles, a la mímica de los diálogos para besugo, a los eternos regateos, a los retorcijones de barriga en letrinas inhóspitas…

Se terminaron las vacaciones.


(Escrito por ella desde el Boeing 767-300, vuelo 97 de Qantas, que hace un par de horas despegó de Brisbane con destino a Hong Kong, 05/08/07)

2 comentarios:

anna marie dijo...

HOLA, teniendo en cuenta tus alentadoras perspectivas de estancia en Asia, nos estamos planteando si lograremos seguir el ritmo. Tu padre es ya un anciano (según el periodico ADN)Besos y hasta pronto

Isabel y José dijo...

Nooooo, todo irá bien... además, iremos a dar una vuelta por Laos, donde el espíritu nacional es el de la siesta perpétua, para que mi viejito se sienta como en casa ;o)