30 noviembre, 2007

Un beso desde Jaipur

Fue mi madre la primera en poner el grito en el cielo. “¡Cuánto tiempo sin subir nada en el blog!”, así se despedía en su email fechado de ayer.

Como siempre, razón no le falta. Un mes ha pasado, fugaz como un solo día, desde que desertara de mis deberes de narradora (afortunadamente, uno de los coautores de este blog ha seguido fiel a su puesto). En el tintero han quedado historias de dos lamas, lugares santos, devociones tibetanas, Shigatse, impresiones del Everest, cuatro días en todoterreno por el Tíbet, y un país entero, Nepal.

Ahora, a medio camino de mi trayectoria por la India, ya va siendo hora de ponerme las pilas. Esta noche nos despedimos de Jaipur, capital del Rajastán. Mañana, amaneceremos en Jaisalmer, donde pasaremos cinco días. Aprovechando la parquedad de estímulos que espero nos ofrezca el desierto, cuento con disfrutar de mis ratos perdidos para rescataros algún pequeño relato.

Hasta entonces, un beso.

(Escrito por ella desde Jaipur, India, 30/11/07)

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